Estimadas compañeras:
Hoy se jubilan...
No es una despedida sino un cambio necesario en la vida...
Sabemos que para todo hay un tiempo y este es el tiempo de descansar, después de una larga jornada de años dedicados a enseñar y formar hombres y mujeres para esta sociedad.
Hoy dejan el aula, la escuela. La otra casa después del hogar y cuesta mucho. Agradecimiento, alegría, nostalgia, configuran un mosaico de sensaciones propias de la partida. Pero jamás romperán el vínculo de afecto, reconocimiento y admiración mutua; construido a lo largo de fecundos años, durante los cuales, tanto Uds. como en la escuela se transformaron para bien: en lo familiar, en lo laboral, en lo institucional. Extraño sería pensar de manera diferente.
La escuela es ante todo un estilo de vida, un modo de ver las cosas, un espacio de libertad que no puede reemplazarse fácilmente y que se extraña en lo profundo del sentimiento. Pero los ciclos laborales terminan y la realidad les está marcando el retiro.
Pero la vida se las arregla para darnos otras compensaciones: la familia, los hijos, los nietos, los amigos...
Forman parte de quienes llevaron en sus manos los destinos de esta institución, quienes trabajaron con fervor para hacerla grandiosa y hoy pueden mirarla con orgullo y admiración.
La escuela no es una estación de paso, ni un referente ocasional, es y será para todas, una razón de vida, una obra, resultado de aciertos y errores, de amores y desamores.
Qué gran sueño haber construido entre todas esta escuela que no para en su progreso, que todos los días nos da muestra de su vigor, de pujanza, de ganas de triunfar.
Esto es, estimadas compañeras, la dimensión de la tarea, que han cumplido hasta ahora y que otras seguiremos cumpliendo con alegría y optimismo. Una obra que jamás concluye, un organismo social, que ha diferencia de los biológicos, no tiene fin.
Les deseamos lo mejor en esta nueva etapa de sus vidas.
Personal directivo, docente y de servicio de la
Escuela Fray Justo Santa María de Oro
